¿Cómo pagaré?

Hace poco, dentro de una celebración, escuchaba el Salmo 116, un Salmo que mostraba mi acción de gracias a Dios por lo que él mismo había hecho por mí, me sentí tan identificado, que dije: “es una radiografía de mi vida con Dios”, aquella que muestra todo lo bueno que Dios ha hecho conmigo en medio de mis días de infidelidad, angustia y oscuridad, un Dios que ha estado conmigo todos los días y que me respalda, aun, cuando le había abandonado en medio de mi pecado y mi soberbia. Esta experiencia era como si el salmista, hubiese pasado por lo mismo y expresara la experiencia en acción de gracias por la obra de Dios en su vida, testimoniando lo realizado en su propia vida.  

El Salmo comienza diciendo: “amo al Señor porque escucha mi voz suplicante, porque inclina su oído hacía mí el día que lo invoco”, suplicas que desde muy pequeño dirigía a Dios, donde pedía que fuera mi defensa, mi compañía, mi refugio, donde le pedía ayuda para que me rescatara del sufrimiento y el dolor, de una infancia que no fue muy fácil, porque las circunstancias de violencia intrafamiliar, por el abandono y el desprecio de un padre y de amigos, pero ahí estaba Dios, consolándome, se inclinaba a abrazarme junto a su corazón, certeramente, escuchaba mi clamor, no porque fuera el mejor, sino por el clamor y la fuerza de la oración, pidiendo ayuda ante lo inexplicable y lo desgarrador de la vida. Continúa diciendo el Salmo: “me envolvían redes de muerte, me alcanzaron los lazos del infierno, me rodeaba tristeza y angustia, invoqué el nombre del Señor: “te ruego, Señor, sálvame”, puedo afirmar que no todo era tristeza, pero esos momentos de dolor fueron de angustia, tanto, que en momentos al finalizar mi infancia y comenzar mi adolescencia, no encontraba sentido a la vida, no me hallaba en el mundo, en realidad, me envolvía un deseo de muerte, de descansar, de estar solo en casa, encerrado, de no hablar con nadie, de solo esperar aquel día donde el Señor pudiera recibirme como lo había hecho hacía algunos años con mis abuelos, sencillamente no quería sufrir más, no quería ser despreciado, pero invocaba su nombre: “te ruego, Señor, sálvame” y así lo hizo, me salvó,  me rescató, me llamó a servirle, me abrazó de nuevo y me mostró que había dado su vida en rescate por la mía en una cruz y que me había amado desde siempre. Dice el Salmo: “recobra, alma mía, tu reposo, porque el Señor fue bueno contigo. Él te ha salvado de la muerte, ha preservado tus pies de la caída”, mi alma recobró el reposo, la tranquilidad, me salvó de la muerte y de caer en el mundo, en lo pagano, y decidí con certeza ser testigo de su presencia en el mundo, quise convertirme en un embajador de su palabra en el mundo, de ahí que se exprese en el Salmo: “caminaré en presencia del Señor, en el País de la vida”, un compromiso de estar a su lado, aun, en medio de mis debilidades y mi humanidad, de mi propio pecado. Sigue diciendo: “tenía fe aun cuando dije: yo soy un desgraciado. Y pensaba lleno de angustia: todo hombre es falso”, durante un tiempo, descubrí mi imposibilidad de ser fiel, encontraba mi debilidad que abandonaba la gracia y el amor de Dios, me sentía indigno de recibir gracia tras gracia por parte del Señor, y mi humanidad y la tentación pudo más, por eso en tristeza y angustia me aparte del Señor y de su presencia, y el ser defraudado, pensaba en la falsedad de la vida, en la de mi corazón, en la de aquellos que olvidamos la fidelidad de la entrega al Señor. Pero dice el Salmista: “¿Cómo pagaré al Señor, todo el bien que me ha hecho?”, y es lo que dice hoy mi corazón al recordar los memoriales de Dios en mi vida, cómo me ha sostenido y rescatado, cómo me sustenta en medio de mi debilidad e infidelidad, no tengo cómo pagar todo lo que ha hecho por mí, porque cada día abre su cielo para bendecirme, aun sin merecerlo, ahora solo me queda darle gracias, por su elección de amor para mi vida, “alzaré la copa de la salvación e invocaré el nombre del Señor”, una copa que me recuerda su amor dado en la cruz, su sangre derramada por mis pecados, así, cada mañana invoco su nombre a mi vida, el nombre que mi corazón grita, porque es el primer amor, el amor que llego a mi vida para amarme siempre. 

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1 comentario
  1. Helmuth Bohn Valderrama

    Hola, MI ESCURIDAD QUE ESTOY. DE VIVIR LA VIDA TAN NUBLADA POR EL DEMONIO, ME TIENE, NO ME QUIERE SORTARME, EL QUIERE ACABARME MI VIDA. UN DIA DIOS ME SALVARA.

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