Acabamos de celebrar que el niño Jesús ha nacido en nuestros corazones. Nos reunimos alrededor de un pesebre a realizar la novena de navidad, a disfrutar en familia, a tener una buena excusa para encontrarnos, orar y reflexionar que una familia humilde tiene mucho por enseñarnos, como saber vivir en abundancia y en escasez.
Que estos nueve días, hayan marcado nuestra vida, que el amor, se establezca cómo aquella roca firme donde podamos construir grandes cosas, llenas de esperanza y alegría. Permitamos abrir de par en par las puertas de nuestros hogares y corazones, dejémonos conquistar de lo bueno, de aquel amor, tierno y dulce que trae consigo nuestro niño Jesús.
Sabemos que en nuestras familias no hay nada perfecto, y en algún momento hay discusiones y ciertas diferencias que nos pueden llevar a tener cortas discusiones, lo cual es común, el problema es cuando dejamos que esas diferencias vayan más allá y terminan dañando las relaciones familiares. Permitámonos perdonar y abrazar, que ese sea el fundamento más grande y así vivir tranquilos y en armonía.
Que la luz y la ternura del recién nacido nos llene de alegría en cada uno de nuestros hogares. Vivamos gozosos pues nos ha llegado el amor a nuestros hogares y debemos disfrutarlo de la mejor manera, sabiendo que hay un mañana y que podremos salir adelante.