Más vale ser paciente

Siempre he escuchado aquella frase de Santa Teresa de “la paciencia todo lo alcanza”, virtud de la cual, siempre he tratado de manejar desde hace mucho tiempo, pues fácilmente puedo alterarme ante algunas situaciones, especialmente en mi ambiente laboral, soy impaciente frente a la incomprensión de algunas personas frente a la fe, no puedo negar que me dan algunas crisis por ello, y sufro mucho por aquellos que quieren tratar a Dios como un banco, en relación comercial. Frente a cada situación de ellas, trato de respirar profundo y pedir la gracia a Dios, pero sé que se debe trabajar profundamente para alcanzar tan buena y bella virtud. Muchos andamos en la vida, expectantes y apurados por el ahora y el mañana, porque queremos que Dios obre ya, en el instante, en nuestro tiempo, pero escuchaba una frase de la madre Gabriela del amor que decía: “el tiempo es la espera de Dios” y es hermoso, porque Dios siempre nos invita a esperar desde él, desde su amor, desde su corazón y voluntad. ¿Vives afanado y corriendo en tu vida? Quiero decirte, ya somos dos.  

Se menciona que quien tiene esta gran virtud, no solamente alcanza metas y que tiene objetivos claros, sino que es feliz, porque cada día tiene su propio afán. La persona paciente es capaz de alcanzar todo, pues se ocupa de disipar las tristezas y la amargura, es capaz de comprender, el paciente no huye, sino que se comporta dignamente en el sufrimiento y la desesperación, todo ello, para que no se cargue con una tristeza sin medida. 

Para alcanzar la paciencia se necesita, estar confiados, vivir el presente que es lo que tenemos, estar alegres, como dice el apóstol Pablo: “estén siempre alegres, se los repito, estes siempre alegres”, y es estarlo por encima de cualquier circunstancia que pueda sobrevivir, porque se confía y se espera desde el corazón y el tiempo de Dios; la paciencia logra el propósito de sostener lo que soñamos y esperamos, nos da el valor para seguir y continuar, sin dejarnos con la cabeza inclinados hacia el dolor y el sufrimiento, nos hace ver nuevos horizontes de vida. 

En medio de la paciencia es necesario saber esperar y ser perseverantes, dejar nuestra vida a la acción y el amor de Dios, donde en medio de la lucha confiamos que Dios es el protector, el que vela por cada uno, el que es defensor en el peligro, de ahí que diga en la Biblia el apóstol Santiago en su carta: «Considerad como un gran gozo, hermanos míos, el estar rodeados por toda clase de pruebas, sabiendo que la calidad probada de vuestra fe produce la paciencia en el sufrimiento; pero la paciencia ha de ir acompañada de obras perfectas para que seáis perfectos e íntegros sin que dejéis nada que desear… Feliz el hombre que soporta la paciencia la prueba, porque una vez probado recibirá la corona de vida que el Señor prometió a los que aman” (1,2-4.12). 

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