En medio de todo lo que puede vivir el mundo el día de hoy, ante injusticias, odios, robos, corrupción, inseguridad, miedo, violencia, desunión, es la petición que quiero que hagamos juntos al cielo: “caiga sobre nosotros fuego del cielo”, fuego que nos consuma y nos haga arder, sí, el fuego del Espíritu Santo, no aquel signo de justicia, miedo y terror, sino el fuego del amor, el fuego que es la fuerza que nos alienta para continuar con nuestra vida, fuego que calienta y nos hace arder en esperanza de que todo puede ser nuevo, ese fuego que calienta y da vida, fuego que transforma y hace desaparecer lo antiguo y que da nuevas formas, el fuego que consume el odio y el pecado y nos lleva a ser nuevas creaturas, porque “lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha llegado”, es el fuego que purifica y nos ayuda a sacar todo lo malo de nuestro ser y nuestro corazón, fuego que nos hace arder en amor por la humanidad. Hoy nuestro mundo necesita el fuego de lo alto, el mismo que se posó aquel día sobre los apóstoles (cf. Hechos 2), necesita del Espíritu Santo, necesita de aquel que es capaz de unir aún en la diferencia.
Siempre he visto cómo en muchos momentos reina en nosotros y nuestra sociedad la división, la indiferencia, la envidia y el odio, por eso es que esta fiesta que la Iglesia celebra hoy, nos debe llevar a recordar nuestro sentido de unidad, unidad que convoca el Espíritu Santo, unidad que negamos muchos de nosotros con nuestros mismos actos, unidad que se pierde dentro de la misma Iglesia y parroquias, por envidias y rencores, unidad que se desvirtúa hoy en nuestras familias, y todo ello, es porque no hemos entendido el sentido de la unidad en el Espíritu, porque no es aquella unidad donde todos tenemos que ser iguales y pensar de la misma forma, tener los mismo gustos, no, ello no es unidad. La unidad del Espíritu es comunión, es unión en la diferencia, es reconocer el valor del que está a mi lado y su importancia en el mundo. Es interesante cuando la Palabra dice que por eso seremos reconocidos “por el amor entre unos y otros”, creo que por eso hoy muchos se alejan de la Iglesia, de Dios, la Palabra y de nuestra propia vida, porque es lo que nos falta, amor, comprensión y misericordia entre nosotros. El camino hacia la unidad no es fácil, pero es un testimonio que nos ayuda a construirnos como persona y sociedad, es bello cuando Jesús en medio de su angustia y dolor en el Getsemaní pide: “Padre que todos sean uno, como tú y yo somos uno”. De aquí que pueda preguntarte: ¿Construyes unidad? ¿Tienes acciones que muestren unidad? ¿Eres puente y canal de comunión?
Para formar unidad y saber que eres puente de comunión es importante tener en cuenta: 1. Misericordia, sabernos necesitados unos de otros, reconocernos como pares, es decir, en igualdad, recocer que somos débiles, que tenemos errores, pero también virtudes, la misericordia guarda un estado de empatía y compasión por quien lo necesita. 2. Generosidad, es darnos completamente al otro, aceptar al que está a nuestro lado, aun cuando nos cueste por su forma de ser, pensar y actuar; no es ver desde los ojos del interés particular, por el contrario, debe primar un interés común. 3. La sencillez, el valor de la persona que actúa con naturalidad, sin mascarás, que no es pretencioso, ni mucho menos, ostenta aparentar conocimientos, es aquel que en medio de lo común es capaz de actuar en verdad y autenticidad. 4. Humildad, para saber bajar la cabeza y actuar en paciencia, es un acto de renuncia, es el que es capaz de guardar la calma, ser prudente, silencioso equilibrado. 5. Gratitud, que crea vínculos entre los hombres, es una actitud amable y sincera que sale del corazón del hombre.
Puede que al mirar cada uno de estos aspectos puedas reconocer que es difícil de realizarlo, pero puedo asegurarte que es una forma efectiva para formar unidad entre todos en medio de tu familia, tu hogar, trabajo, vecinos, barrio, parroquia, etc. Podría afirmar con certeza que la unidad nos la puede regalar el Espíritu Santo, el fuego abrazador que inunda y llena la vida de los hombres, pues donde falta unidad, hace falta Dios. Hoy es una buena oportunidad para que pidas al espíritu Santo cada una de sus gracias, especialmente aquellas que se necesitan para formar comunión, que te de la fuerza necesaria para continuar tu camino, camino que en ocasiones no es fácil, pero él viene como defensor, como ayudador para iluminar el sendero que debemos de recorrer cada día, esos caminos de perdón, misericordia, humildad, paz y amor. Pide y di al Padre y a Jesús en este día: “es hora que caiga fuego del cielo”.
Totalmente de acuerdo es importante que el ser humano empiece anhelar ese fuego del cielo, que nos lleve a vivir un proceso de transformación, de tener más empatía con nuestro hermano, de dejar tantos odios y limpiar nuestro corazón, de aprender amar con el amor de Dios, ese amor que se da sin reserva y no espera nada.
Debemos ver en nuestro hermano a Dios, llenar el corazón de misericordia, de servicio al necesitado. De entender que sino vinimos al mundo a servir, que significado tiene nuestra vida.
Debemos ser más reales, más humanos y sobre todo más espirituales. Lo físico, lo material se acaba, realmente lo que queda es tu esencia, lo que serviste, lo que amaste, la huella que dejaste.
El Espíritu Santo de Dios sea la guía que busquemos siempre,sea quien nos alimente a cambiar, sea quien nos regale esos dones hermosos para vivir un verdadero cambio, en esta sociedad que tristemente es cada vez más egocéntrica y apartada de lo verdaderamente importante.
Creo que la lectura está muy acorde a la actualidad que se está viviendo, es necesario que las personas vuelvan su mirada a Dios, clamen el fuego del Espíritu Santo, llenemos los corazones con el amor de Dios, dejemos de lado la indiferencia, ayudemos a los pobres a los necesitados, es hora que volvamos a lo tradicional, al estudio de la Sagrada Escritura, que volvamos a anhelar el cielo, la santidad, en este momento el problema es que no estamos hablando de Dios, las nuevas generaciones no lo conocen y no podemos amar lo que no conocemos, nuestro compromiso es trasmitir la palabra y el amor de Dios para que así el cambio comience en cada uno de nuestros corazones y el amor de nuestro Señor se multiplique.
Buenas tardes
Que hermoso artículo que me deja y me acaba de complementar lo que verdaderamente quiero en este sacramento de la confirmación, MISERICORDIA GENEROSIDAD SENCILLEZ HUMILDAD Y GRATITUD por que en esta nueva etapa de mi vida esta conversión que he tenido creí que me faltaba el Espíritu Santo, para que me siga guiando para darle un buen camino a mi vida, y como dice la lectura me envie fuego de amor de paz de sabiduría y de mucho más amor al prójimo Amen.
Muy interesante tu artículo, estoy de acuerdo en que debería existir unidad para ser uno solo como lo son el padre y el hijo, es importante pedir que se avive el fuego del Espíritu Santo en nuestros corazones y poner al servicio de la comunidad los dones que este nos proporciona para vivir en comunión, no es una tarea sencilla, pero de la mano de Dios, de la Virgen María y el Espíritu Santo es un poco más fácil construir el camino para alcanzar la salvaciòn.
Buenas tardes, estoy de acuerdo con el artículo ya que es algo que debemos aplicar en nuestra vida cotidiana. Llevar una vida consagrada a Dios es vital para llevar una vida amena con nuestra familia y amigos.
Buenas tardes. Es un articulo que me permite repensar el significado de unión en nombre de Dios. En dónde realmente se logre construir paz y ser uno con nuestros compañeros de vida en pro de un propósito bien intencionado que nos acerque a Dios. Es una bonita reflexión en estos momentos en donde los pensamientos y las creencias son tan diversas, y cuesta tanto aceptar al otro, aceptar y tolerar que piense diferente. Gracias por este momento de reflexión. Amén